¿Son compatibles el catolicismo y el liberalismo económico?
DOI:
https://doi.org/10.52195/pm.v11i1.183Abstract
Aunque la afinidad1 entre cristianismo y liberalismo es, a mi en-tender, evidente2 (ambos propugnan la dignidad inviolable del individuo;3 ambos desacralizan el Estado; etc.), es claro que a lo largo del siglo XIX se produjo un conflicto histórico entre la Igle-sia católica y la ideología liberal. Creo que, como ya intuyó Ale-xis de Tocqueville,4 dicho conflicto consistió básicamente en un malentendido. El malentendido fue superado lentamente —el proceso duró un siglo: el que media entre Syllabus (1864) y el Con-cilio Vaticano II (1962-65)— en lo que se refiere al liberalismo polí-tico: a partir del Concilio, la Iglesia aceptó plenamente las ideas de Estado laico, libertad religiosa, derechos humanos… En cam-bio, la reconciliación de la Iglesia con el liberalismo económico avanza mucho más lentamente y se enfrenta a obstáculos formi-dables. Las tesis que siguen intentan poner algo de luz en este es-cenario.
– La distinción entre liberalismo político y liberalismo econó-mico tiene algo de arbitrario: en rigor, todo liberal político debería serlo también en lo económico. La libertad para comprar y vender a precios determinados por los propios contratantes, para esco-ger profesión, para fundar empresas, etc., es parte inescindible del bloque de derechos individuales que se abren paso en Occi-dente a partir de finales del XVIII. No es éste el lugar para entrar en detalles históricos (que variarían ligeramente según los paí-ses)5: baste decir que el sistema socio-económico preliberal prác-ticamente aprisionaba a cada individuo dentro de su estamen-to, de su casta, de su gremio; la movilidad social era muy limitada, y operaba solo a escala intraestamental: el destino socioeconó-mico de cada persona dependía mucho más de su cuna que de su esfuerzo, iniciativa y méritos. La actividad económica estaba estrictamente encorsetada por regulaciones estatales y gremia-les que implicaban barreras de entrada y salida en los diversos ofi-cios, reglamentando precios, salarios, horarios y hasta métodos de trabajo.